
La hermana de mi esposa vive en el extranjero, y mi esposa recibía cartas suyas casi todos los meses. Con el tiempo, las cartas se hicieron más frecuentes y llegaban cada semana.
Un día, vi trozos de cartas quemadas en nuestra chimenea, lo que despertó algunas sospechas. ¿Por qué quemarlas? ¿Por qué no guardarlas o tirarlas como cartas normales?
Me di cuenta de que, después de leerlas, siempre las quemaba. Era extraño y me intrigaba. Así que empecé a revisar el buzón antes que ella. Un día, cogí una carta sin que mi esposa se diera cuenta.
La carta no tenía remitente, lo cual ya era muy extraño. Dudé unos segundos en abrirla. Sabía que estaba mal, que estaba destruyendo la confianza en nuestra relación. Pero era más fuerte que yo. Tenía que saber qué me ocultaba mi esposa.
Cuando lo abrí y lo leí, me quedé completamente horrorizado…

Me quedé en el coche, con la carta en la mano.
Lo primero que me llamó la atención fue la dirección.
No estaba lejos de nuestra casa, pero lo suficientemente lejos como para que nunca hubiera estado allí.
Y la hora indicaba: “Precisamente a las 6:00 p.m.”
Las palabras fueron claras: “Si no vienes y me das el dinero que te he pedido, le contaré todo a tu marido”.

No pensé más.
Arranqué el coche en dirección a la dirección.
Allí me detuve frente a la puerta, con el corazón latiendo con fuerza.
Un hombre de unos cuarenta años abrió.
Me miró por un momento y luego simplemente dijo: “Eres el marido de Elise, ¿verdad?”

Fue entonces cuando todo tuvo sentido.
Este hombre era el ex marido de mi esposa.
Nunca había oído hablar de él y ahora entendí por qué quemó esas cartas.
Mi esposa había mantenido esta verdad oculta porque tenía miedo de perderme, de romper la imagen que tenía de ella.
Ella había hecho todo lo posible para enterrar su pasado, pero este secreto me había alcanzado y todo lo que creía saber sobre nuestra vida juntos se derrumbó en un instante.
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