En el funeral de mi abuelo, noté a una niñita cerca del ataúd y me quedé perplejo cuando descubrí quién era.

El funeral de mi abuelo fue un momento particularmente duro para mí. De niño, solía pasar las vacaciones en su casa, y él solía decirme: «Cuando me haya ido, verás un arcoíris en el cielo y sabrás que te estoy cuidando». Esas palabras solían consolarme, pero hoy resonaban dolorosamente en mi mente.

Durante los últimos cinco años, mi vida había estado tan ocupada con el trabajo, las obligaciones y mis propias preocupaciones que no me había tomado el tiempo de visitarlo. Cada vez, me decía: «Iré el mes que viene». Y ahora, era demasiado tarde. Estaba de pie ante su ataúd, llena de arrepentimiento.

Cuando todos se fueron, vi a una niña pequeña, de unos cuatro años. Parecía perdida, como si no tuviera ni idea de lo que pasaba. Curioso, me acerqué a mi madre para preguntarle quién era. Mi madre no la conocía.

Me acerqué a la niña, un poco indecisa, y le pregunté: “¿Cómo te llamas? ¿Estás sola? ¿Dónde están tus padres?”.

No respondió, y ya casi era hora de irnos. No podía dejarla allí, en el cementerio. Así que me ofrecí a llevarla con nosotros y la ayudaríamos a encontrar a sus padres más tarde.

Cuando llegamos a casa de mi abuelo, la vecina salió a recibirnos. Al ver a la niña, exclamó: “¡Ah, encontraron a Zoé!”.

Cuando ella reveló quién era Zoé, quedamos realmente atónitos al conocer su identidad.

El vecino, al ver a Zoé, agregó: “Zoé es… la hija de tu abuelo”.

La miré confundida, sin entender muy bien.

Mi madre, visiblemente sorprendida, permaneció en silencio.

En el funeral de mi abuelo, noté a una niñita cerca del ataúd y me quedé perplejo cuando descubrí quién era.

La vecina continuó con la voz un poco temblorosa: “Era una relación secreta de larga data.

Tu abuelo nunca habló de ello, pero ella es su hija”.

El mundo pareció detenerse por un momento.

En el funeral de mi abuelo, noté a una niñita cerca del ataúd y me quedé perplejo cuando descubrí quién era.

Nunca, ni una sola vez, mi abuelo había mencionado nada sobre esto.

¿Cómo pudo pasarle semejante cosa a toda la familia?

Zoé, en silencio, observaba la escena con ojos abiertos e inocentes, como si no comprendiera del todo la magnitud de lo que su presencia acababa de sacudir.

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