A veces la montaña no se cobra vidas con un rugido de viento y un crujido de rocas. Simplemente se las traga enteras, dejando tras de sí un silencio tan vasto que parece eterno.

A veces, la montaña no se cobra vidas con un rugido de furia y un estruendo. Simplemente se las traga enteras, dejando tras de sí un silencio tan vasto que parece eterno. Durante 11 años, la desaparición de Collie y Riley Beckwith, del indultable Mountain Hooker de Wyoming, fue precisamente ese silencio. Su historia se convirtió en un fantasma en el aire alpino, un relato conmovedor que desconcertó a los equipos de búsqueda y destrozó a una familia. Pero un descubrimiento reciente y milagroso finalmente apaciguó ese fantasma, revelando una verdad más poderosa y desgarradora de lo que nadie podría haber imaginado. Esta es la historia de dos escaladores, un padre devoto y su atrevida hija, y el último y hermoso secreto que dejaron atrás.

A finales de agosto de 2013, Colip Beckwith, un egipcio estructural de 45 años, y su hija de 19, Riley, se embarcaron en un viaje que era más que una simple escalada; era un rito de iniciación. Colip era un mapa de meticulosa precisión, un jugador que no dejaba nada al azar. Ya había coronado el Monte Hooker antes, pero esta vez era diferente. Esta fue su primera gran expedición con Riley, una escaladora experta y audaz por derecho propio. Para ellos, el viaje fue una aventura veraniega definitiva, una última oportunidad antes de que Riley regresara a la universidad. Todo quedó en el último momento, incluyendo una cita específica con Heather, la esposa de Colip. Cuando llegó ese momento y se fue sin llamar, un nudo de miedo comenzó a formarse en el estómago de Heather.

El miedo se convirtió en una emergencia total cuando el agente Miles Corbi, de la Oficina del Sheriff del Condado de Fremot, condujo hasta el inicio del sendero. La Ford F-150 verde oscuro de los Beckwith estaba allí, estacionada con cuidado, como si fuera a regresar en cualquier momento. Pero un descubrimiento escalofriante en la guantera lo cambió todo: dos teléfonos satelitales completamente cargados, el único sustento de la vasta naturaleza salvaje del río Wid. Coli, el mapa que revisó cada nudo y calculó cada riesgo, no los habría dejado atrás. El informe de la persona desaparecida se actualizó a una búsqueda a gran escala. Helicópteros, equipos de grupo y voluntarios rastrearon el terreno agreste, pero tras 10 días infructuosos, una tormenta temprana de la temporada azotó la zona, sepultando las elevaciones superiores bajo una capa de aguanieve y nieve. La búsqueda se suspendió. Los Beckwith simplemente desaparecieron.

Con el paso de los años, la esperanza se enfrió. La habitación de Riley permaneció vacía, un museo de una vida truncada. Las herramientas de Colip se aferraban a su taller, acumulando polvo. Las dos cámaras satelitales estaban en una caja de pruebas, con las baterías agotadas. En 2016, apareció una pequeña pista: un equipo de escalada que coincidía con el de Colip, encontrado en un arroyo remoto, pero sin un número de serie, la pista se enfrió. En 2020, un rumor despiadado explotó. Un cartel famoso afirmaba que Colip había tenido problemas familiares y había fingido su desaparición para evadir sus deudas, llegando incluso a perjudicar a su propia hija. La teoría, aunque infundada, se volvió viral, causando otra ola de dolor a la afligida Heather. La verdad de lo sucedido se perdió, sepultada no solo por los secretos de la madre, sino por la crueldad humana.

El gran avance llegó en 2024, 11 años después de la fatídica escalada, no por parte de un equipo de búsqueda oficial, sino de dos jóvenes escaladores de élite llamados Ava Mopiroe y Liam Bishop. No buscaban respuestas; buscaban un desafío: trazar una ruta nueva y poco explorada en la cara de Mount Hooker. Días después de su ascenso, detectaron algo extraño: un perno oxidado perforado en la gravilla donde no existía ninguna escalada registrada. Siguiendo la extraña serie de rayos, llegaron a un nicho oculto y sombrío a miles de pies sobre el suelo. A un lado, encontraron una cornisa de portal suspendida y desgastada donde se guardaban un saco de dormir y algunos artículos de equipo viejo. Y luego, el descubrimiento que los conmocionaría profundamente: un cráneo jorobado.

Có thể là hình ảnh về 4 người y mọi người đang leo núi

Con manos temblorosas, Ava llamó al 911. Las fotos que encontró eran grises, pero los detalles eran confiables: un hilo rojo descolorido, un mosquetón de hierro con iniciales rayadas en el metal. Se envió un equipo de rescate especializado, que descendió en rappel por la escarpada pared del acantilado para recuperar lo que quedaba. Dentro del saco de dormir, parcialmente preservado por el frío, estaban los restos de Colleen Beckwith. Pero no había rastro de Riley. ¿Se había caído? ¿Se había escapado? ¿Seguía con vida? Heather se atrevió a hacer la pregunta que había mantenido oculta durante más de una década.

Las respuestas comenzaron a surgir de un diario empapado, encontrado en una bolsa impermeable roja y aplastada. Eran las notas de campo de Colip, llenas de bocetos y observaciones meteorológicas, pero los últimos intentos fueron escalofriantes. Escribió sobre una tormenta inesperada, un rayo suelto y bajas tasas de radiación. El 24 de agosto de 2013, llegó la frase que dejaría atónitos a todos: «Riley se fue esta mañana. Dijo que iría a buscar ayuda. Me quedé. Mi rodilla no se puede mover».

Se inició de inmediato una nueva búsqueda, esta vez centrada en la poco conocida ruta de circunvalación sur que había tomado Colip. Dos días después de la búsqueda, un rapero encontró un brazalete de titanio oxidado, fijado a un laurel de montaña, con las palabras grabadas: “Colipi & Riley, Hooker 2013”. El descubrimiento confirmó que Riley efectivamente había intentado el peligroso engaño. Limitó la búsqueda a una sola cresta. Allí, en el fondo de un canal de flechas, enterrado bajo un trozo de grafito, estaba el inconcebible otro cuerpo.

Se necesitaron seis horas para excavar la zona de forma segura. Cuando finalmente levantaron la losa, encontraron los restos óseos de Riley, parcialmente protegidos por la escalerilla. Junto a ella había una pequeña mochila, con la tela deshilachada pero intacta. A un lado, una brújula, dos barras de energía y un cuaderno. Era el diario de Riley. Sus palabras reflejaban las primeras anotaciones de su padre, pero el tono cambió drásticamente después del 24 de agosto. Sus últimos intentos fueron un testimonio desesperado de su valentía. “Papá no está bien. Su rodilla está peor. Tengo miedo de dejarlo. Pero dice que tengo que… Vi el lago. Estuve cerca. Sabía que estaba cerca, pero resbalé”. La escritura se volvió más irregular, el texto final sin fecha, simplemente abierto: “Papá, llegué más lejos de lo que pensábamos”. Había descendido unos 600 metros, sorteando precipicios con un tobillo roto, y había llegado a solo tres kilómetros del sendero antes de sucumbir al frío.

Cuando se supo la noticia, se desató una tormenta de emociones. La comunidad, inquietante, se lamentó, pero el mundo quedó conmocionado por la valentía de una joven de 19 años que se negó a rendirse. Los diarios de Colip y Riley finalmente se publicaron, y sus últimas palabras se convirtieron en un símbolo de fuerza y ​​resistencia.

La pieza final del rompecabezas provino de los escaladores que los descubrieron. Ava Moore y Liam Bishop regresaron a la cornisa en 2025 para presentar sus respetos. Al desandar el camino, encontraron algo que habían pasado por alto la primera vez: una inscripción falsa tallada en la roca cerca de la cornisa. Tres palabras, grabadas casi visiblemente en el escalón: “Nos quedamos juntos”. Los expertos creen que Riley talló el mensaje justo antes de dejar a su padre, una nota definitiva para el mundo en caso de que alguna vez los encontraran. No era poético ni dramático; era una verdad simple y poderosa.

Tras el incidente, los protocolos de búsqueda y rescate en la zona rural de Wyoming se reescribieron discretamente y se desplegaron nuevos sistemas de mapeo basados ​​en IA. El estado ofreció disculpas públicas a la familia Beckwith, pero Heather esperaba algo más que culpa; esperaba un cambio. Lo consiguió. Mount Hooker ahora lleva una placa en el inicio del sendero en memoria de Colip y Riley. Sus diarios se utilizan como material de estudio para jóvenes escaladores, lecciones de precaución, preparación y los frágiles cuerpos de la familia. Una pequeña organización sin fines de lucro, “The Ledge Project”, se fundó en el nombre de Riley, ofreciendo equipo y patrocinio a niñas que practican deportes al aire libre. Heather Beckwith forma parte de su junta directiva. Dice que siente una gran paz. No murieron por ser imprudentes. Murieron por ser humildes, y la montaña es inmisericorde. Pero no salieron solas, y nunca se dieron por vencidas.

Hãy bình luận đầu tiên

Để lại một phản hồi

Thư điện tử của bạn sẽ không được hiện thị công khai.


*