En el metro, una joven madre estaba amamantando a su bebé cuando la mujer a su lado comenzó a maldecirla e insultarla, hasta que de repente un joven intervino y lo cambió todo…

En el metro, una madre joven intentaba alimentar a su bebé, cuando una mujer sentada a su lado comenzó a lanzarle insultos; sin embargo, un joven observador finalmente intervino y respondió de manera inesperada…

No hace mucho tiempo, mientras viajaba en el metro, observé un incidente que quedó vívido en mi memoria.

Una madre entró al vagón con un cochecito. Al principio, su bebé durmió plácidamente, pero pronto se despertó y empezó a llorar a gritos. La mujer, visiblemente avergonzada, se disculpó con los pasajeros y explicó en voz baja:

-Perdóname, simplemente tiene hambre.

Sin demora, sacó un pañal de tela y empezó a amamantar al niño directamente en el vagón. La mayoría de los pasajeros reaccionaron con discreción: algunos se volvieron hacia las ventanas, mientras que otros actuaron como si no hubieran notado nada. Parecía que el asunto se estaba manejando con calma.

Sin embargo, una mujer mayor sentada a su lado reaccionó bruscamente. Se giró y dijo en voz alta:

¿Qué haces? ¡Hay hombres aquí! ¿No tienes vergüenza?

—Pero mi bebé tiene hambre —respondió la joven madre con dulzura—. Es natural.

—¿Natural? En nuestros tiempos, las mujeres embarazadas nunca se exhibían en público. Nos daba vergüenza, ¡pero su generación ha perdido todo sentido de la decencia! ¡Es vergonzoso!

—No necesitas mirar —respondió la madre en voz baja—. Nadie más lo necesita.

—¡Qué insolente! Ustedes, jóvenes, ya no respetan a los mayores.

Aunque intentó mantener la calma, la madre enfrentó constantes críticas mientras la anciana gesticulaba dramáticamente, atrayendo la atención de todo el carruaje. El ambiente se estaba volviendo tenso.

En ese momento, un joven que estaba cerca intervino, y lo que hizo asombró a todos los presentes. Se quitó la chaqueta, dio un paso al frente y la cubrió con cuidado a la madre y a su bebé.

– Esto debería ayudar – le comentó a la anciana.

—Quizás ahora te calles. Ya no puedo escuchar tus historias de «en nuestros tiempos». Los tiempos han cambiado.

—No es asunto tuyo —replicó enfadada la mujer.

– O te detienes o te alejas, o habrá consecuencias.

– ¿Me estás amenazando? – gritó.

—Sí —respondió el joven con serenidad—. Ya basta. Eres mujer, pero en lugar de ofrecer apoyo, prefieres crear conflicto.

El vagón quedó en silencio. La anciana refunfuñó por lo bajo, pero se abstuvo de continuar. En la siguiente estación, se marchó, fingiendo que no había pasado nada.

Mientras tanto, la joven madre, resguardada bajo la chaqueta, por fin pudo terminar de alimentar a su hijo en paz.

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